Ley de segunda oportunidad, una herramienta para el emprendedor

La Ley de Segunda Oportunidad comenzó a sentirse como una luz de esperanza para muchos emprendedores. El coronavirus deja su estela de calamidades en todas las áreas y sectores de nuestra sociedad. La crisis sanitaria está provocando inevitablemente la crisis económica.  En primer lugar, es imprescindible proteger la vida y la salud y las medidas tendieron a eso desde el principio. Pero luego la realidad azotó cruelmente.  El comercio se debilita de tal manera que está provocando la quiebra de miles de empresas. Los desempleados aumentan exponencialmente.

Los más afectados por la pandemia están siendo las pymes y los autónomos, es decir, los pequeños empresarios que no tenían respaldo para sostenerse sin trabajar.  La Asociación de Trabajadores Autónomos ha anunciado que más de 500.000 autónomos no reabrirán sus negocios. La Ley de Segunda Oportunidad nos viene del año 2015, y muchos emprendedores están acogiéndose a ella.

 

¿Qué es la Ley de Segunda Oportunidad?

La ley 25/2015, conocida como ‘Ley de Segunda Oportunidad, establece un mecanismo legal para cancelar deudas.  Los deudores de buena fe que se encuentren sobre endeudados pueden renegociar con los acreedores el pago de sus deudas y conseguir su cancelación.

La ley se sostiene en el principio que establece que es necesario dar una segunda oportunidad a emprendedores bien intencionados cuyos negocios están afectados. Se trata de un camino que intenta mantener activa la economía y a los comerciantes.

Si en lugar de declarar la quiebra a estos emprendedores se los acompaña en el proceso de recuperación, seguirán generando valor para la sociedad.  Es decir, que la ley tiene un doble propósito: ayudar en la recuperación a los emprendedores y mantener a flote el sistema económico.

 

¿Quiénes pueden acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad?

La ley está pensada especialmente para emprendedores particulares y profesionales que se desempeñen por cuenta propia. Los autónomos que hayan fracasado en sus emprendimientos, son los destinatarios principales de los beneficios de esta ley.

Para acogerse a esta ley, el emprendedor debe ser un “deudor de buena fe”. Este es un punto clave de la ley. ¿Qué quiere decir ser deudor de buena fe?  La buena fe es un concepto que se refiere a las características éticas de la persona.

Para la buena fe, se toman en cuenta  las intenciones y esfuerzos del emprendedor por hacer acuerdos  y por pagar sus deudas. También supone que las deudas no hayan sido declaradas como provocadas intencionalmente por el deudor.  Asimismo, el deudor no debe haber sido condenado por delitos en procesos civiles y penales de diferente orden.  Es decir, que la ley ayudará a aquellas personas honestas que no han podido recuperar la solvencia de su negocio.

Conclusión

La Ley de Segunda Oportunidad supone la renegociación de las deudas, con el fin de que tanto deudores como acreedores no sean perjudicados.  El primer paso son los acuerdos extrajudiciales, que están supervisados por un juez. Si estos acuerdos fracasan, se recurre al beneficio de exoneración. En este caso, el deudor puede ofrecer una propiedad para cancelar la deuda.

Si entiendes que la ley de Segunda Oportunidad te ampara, te sugerimos que consultes a un asesor jurídico que te informará de los detalles.



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