Gamificación. La hora de aprender –y emprender- jugando

El concepto no es del todo nuevo, pero sí la forma de llegar hasta él. Si nos remontamos hasta nuestra infancia, seguro que recordamos momentos en los que nuestros profesores o padres trataron, a través de inocentes juegos, de introducir una serie de conceptos en base a juegos más o menos sencillos. Esa idea, llevada un paso más allá gracias a la tecnología, es el concepto básico de la gamificación, que tiene como objetivo incrementar la motivación en la realización o utilización de productos, aplicaciones o servicios, tras convertirlos en elementos más divertidos, dinámicos y atractivos para las personas que van a usarlo.

Por supuesto, es fácil adivinar que la gamificación tiende fácilmente a dar cabida a proyectos empresariales de muy distintos ámbitos, ya sea como parte protagonista de este o como complemente en el desarrollo de la actividad. En la actualidad están surgiendo numerosos proyectos enfocados a esto, y que, aunque pueden variar en diferentes aspectos, coinciden en el planteamiento: recrear un ambiente similar al de los juegos, en los que se permite camuflar o disimular, de cierta forma, la enseñanza, aplicando técnicas destinadas a convertirse en “recompensas” al participante por sus logros alcanzados, entre las que destacan la acumulación de puntos, la asignación de premios, clasificaciones y retos.

Una de las técnicas a la hora de emprender un proyecto de gamificación es creando tareas en alguna app que lleve el control del avance que nos ayude a no olvidarnos de cosas importantes, midiendo la productividad y las gráficas mostrarán el progreso con lo cual podremos recompensarnos con gustos personales.

En definitiva, podemos aplicar esta idea a un proyecto ya consolidado para llegar a un público diferente, más juvenil, o bien lanzarla como base de un proyecto completamente nuevo que se pueda poner a disposición de un tercero o para nosotros mismos. ¡Atrévete a emprender jugando!



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